" La mañana huele a tierra mojada, a lluvia y a sueños. Desde mi balcón, observo como todo brota dentro de mí, entonces pienso en las “ hierbas”...
Apenas en una pequeña porción de tierra, sólo necesitan un poco de lluvia para propagarse salvajes en cualquier lugar y así empiezan a desfilar palabras de mi boca muda y pensamientos en mi mente, in-quieta y salvaje.
He sentido y he vivido muerta.
Obsoleta, olvidada en una cueva oscura, mis raíces buscaron la luz, con tanta fuerza que desde el mismísimo núcleo de la tierra, la encontraron.
Obsoleta, olvidada en una cueva oscura, mis raíces buscaron la luz, con tanta fuerza que desde el mismísimo núcleo de la tierra, la encontraron.
Hoy hierbas crecen, nuevas y verdes como los ojos que se cansaron de admiran la contradicción, escondidas entre las hojas secas que caen de los árboles tras haberlos cobijado por más de una estación.
Palabras inconexas revolotean como mariposas en mi pecho, temerosas y ansiosas frente a lo desconocido. Los sueños se arremolinan entorno a los niños que juegan felices en el parque.
El mar no llora y la cadencia, migra junto a los pájaros. El cielo cubierto por las nubes profiere una atmósfera cargada de melancolía no obstante resulta cálido el ambiente.
Mis manos, cargadas de números y letras se muestran abiertas como flores de abril. El nudo de mis brazos se desata y es entonces cuando me dejo caer a un vacío tan lleno, como un pecho inflamado.
Es entonces, mientras emerjo entre las claridades de este cielo, cuando desde mi balcón, yo vuelvo a ser.
