Hay labios que sienten, saborean mientras digieren sus palabras. Entretanto su mirada , más allá de ver... tan solo, lee, escucha, siente y escribe...

viernes, 26 de abril de 2013

Éternel



El cielo plomizo e implacable la despertó. Miró a ambos lados de la cama, no había nadie sólo una esencia. Una esencia que la penetró. Sintió una opresión y una incisa punzada y cogió con fuerza su pecho. Aún  conservaba su corazón, era lo único vivo  y al bajar la vista observó cómo sus demás vísceras, estaban desparramadas por el suelo.
Se dirigió a su escritorio con cuidado, para no resbalar. No podía permitirse en ese estado una caída. Una vez sentada en su vieja butaca , las fases del tiempo se sucedieron como si fuesen fotogramas. Los colores y las formas se sucedían, las letras, los aromas, las caricias, los besos, las lágrimas, las risas, los abrazos, las miradas…
Todos los recuerdos concentraban en forma de pájaros revoloteando en una inmensa jaula. Estaba abierta. Muchos de ellos marcharían para no volver, otros decidían quedarse pues aquél siempre había sido un lugar seguro. En aquella jaula eran libres.
Poco a poco vio como los barrotes iban cayendo y un gran grupo formó una pequeña  silueta en el cielo.
Debía centrarse en el presente. Un sabio, le había dicho que en momentos de melancolía, debía concentrarse en sus pies, en sus piernas firmes y en sus pasos. Debía ser consciente de que estaba caminando. Pero en esa ocasión, no resultaba fácil dejar de cojear temblando. No se puede pensar con el corazón latiendo demasiado.
Lo venidero, no lo conocía. Se presentaba como una gran luz indefinida. ¿ Pero a quien quería engañar? Ella no podía pensar en el futuro.
A sus casi setenta años seguía siendo una niña.



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