PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA
Eras el agua que todo lo anegaba,
yo sólo el agua que todo lo fluía.
Eras la tierra etérea, donde mi ser estaba,
yo tierra firme donde mi alma moría.
Eras el aire que todo ventilaba,
yo fui la brisa que te enviaba besos.
Eras el fuego que mi alma alimentaba,
yo era la llama, que avivaba tu fuego... Y el éter fuimos,
capaz de enmudecernos...
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