Hay labios que sienten, saborean mientras digieren sus palabras. Entretanto su mirada , más allá de ver... tan solo, lee, escucha, siente y escribe...

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Un cuento por Navidad I




Morfeo va en busca de Oniria. Hoy está más guapo que de costumbre. Ella le espera desnuda, tendida sobre la cama con la ventana abierta. Él entra sigiloso aunque sabe que ella está despierta, pero le gusta ver su cara de sorpresa y ella, sorprendida, siempre le recibe con los brazos abiertos. Es entonces cuando él ligero como una pluma se acomoda en su regazo. Se fusionan sus pieles. La mira de soslayo y le dedica una sonrisa, seguidamente acaricia su cuerpo dulce y lento para después adentrarse en ella y hacerla suya.

Aquella noche empero, les sorprendió insomnia... Celosa de Oniria, quiso poseerla primero y para ello, cerró la ventana.

Oniria aquella noche no cesaba de dar vueltas en la cama. Se había acostado más tarde que de costumbre, pues hubo de recoger la mesa tras la cena de la noche anterior. Aún le quedaban por envolver algunos regalos y cuanto más los miraba, más pensaba que así era el tiempo; Exactamente igual , con aquél enorme lazo de vivos colores...
Mas Morfeo, no llegaba y ella no cesaba de dar vueltas...

Enredada en  interrogantes, envuelta en pensamientos, la encontró el día y como Navidad sólo era una vez al año, decidió ponerse un abrigo y salir a la calle. Necesitaba oler una mañana de Navidad.

El aroma, era diferente, al resto de los días. Si afilaba su nariz, podía detectar pequeñas partículas iguales a las de su niñez pero en este caso se había sumado una fina calima que cubría el alba. Oniria pensó que aquél día se asemejaba a ella, quizás por haberse fundido entre la noche despertando el día pero reía, contenta por pensar en la cara de sorpresa de los más pequeños. A ella, también le gustaban las sorpresas. Entonces sintió a Morfeo. Volvió a casa rauda y feliz, impregnada de aquella atmósfera. Un compendio entre nostalgia y magia.

Se quitó el abrigo y desnuda, se recostó en la cama. Estiró el brazo y comprobó que aquella mitad de la cama seguía vacía. Invocó de nuevo aquél aroma, aquella neblina que humedecía su piel, aquella fragancia de la mañana de Navidad... fue entonces, cuando una ráfaga de aire, abrió la ventana, proporcionando vida a las cortinas que asemejaban el aleteo de un ave en pleno vuelo. Fue aquel sutil aleteo quien trajo de nuevo a Morfeo.
Caricias húmedas la recorrieron, mientras sus bocas se abrían cuál aurora, no para decir, sino para besarse. La neblina se fue evaporando hasta convertirse en un radiante día...

Sus corazones, cristalinos eran ahora menos frágiles e igual de delicados.

 La cama estaba ocupada por completo.

 Oniria placidamente, se entregó a Sueño...


http://youtu.be/3GqTzn7Hi3U