Los pliegues de sus pieles
enmudecidos
y en cada doblez
una palabra a gritos tatuada
En la certidumbre de los días
pasaban las horas separados, tan unidos, que sin saberlo sus lenguas eran una.
La ténue luz inundaba de una gran transparència aquella estància, tan
llena y tan vacia y sus pieles eran tan solo una extensión.
El eco de sus silencios.
Felices y plenos.
ResponderEliminarLo que ocurría fuera de aquellas paredes no les importaba nada.
Besos.
Condensado el sentimiento entero, el entorno quedó mudo, no más...
ResponderEliminarUn beso Toro