Se habían citado, como de costumbre en la cafetería, paso casi obligado tanto para los que entraban como para los que salían de guardia, donde intercambiaban su parecer ¡ Todo un arca de sabores! saltaban como sapos, de charco en charco.... e incluso a veces, salpicaban de risas a las ranas. Aquél, sin embargo, era un día diferente como tantos...
En un principio, no compartieron mesa, pero el juego de las sillas ( como le gustaba a ella llamar al sutil acercamiento de él), les había hecho quedarse solos.
- Bueno, parece que ninguno de los dos tenemos prisa, croac...
La secuencia de miradas, dio lugar a una película que ambos conocían: “ La silenciosa y eterna mirada de los inocentes”
Ella, no emitía sonido alguno, pues el sólo hecho de compartir con él aquel momento era más que suficiente...
Él, a saber porqué, eludía la palabra, haciendo diana en la pupila de ella, tal que una señora intenta evitar la lluvia recién salida de la peluquería, caminando a saltos bajo los soportales.
Ninguno de los dos, dijo nada. Ambos eran inocentes... Tal vez por ser los únicos culpables de su propio tiempo...
Ambos inocentes, salvo de lo que callan.
" Quizá el tiempo se mida en palabras. En las palabras que se dicen y en las que no se dicen"
DULCE CHACÓN
"La inocencia no tiene nada que temer"
JEAN BAPTISTE RACINE
